Hoy 20 de enero se cumplen 110 años del fallecimiento de José Guadalupe Posada Aguilar, litografista, grabador, periodista y caricaturista mexicano que satirizó y criticó en sus trabajos a la entonces sociedad mexicana caracterizada por la opulencia de unos y la pobreza extrema de la mayoría.
Inició su labor como grabador a los 16 años en el taller de Trinidad Pedroso, quien viendo el interés de Posada por la caricatura, lo acercó al mundo de la prensa gráfica de entonces y fue en el periódico El Jicote, donde se publicaron sus primeros trabajos de crítica política cuando sólo tenía 19 años.
Era la época de los gobiernos de Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz y Posada adoptó un género literario que se había popularizado en 1850: la calavera literaria o “panteones”, caracterizado por versos pícaros e ingeniosos dedicados a la muerte, acompañados de imágenes de calaveras que se publicaban el Día de Muertos.
Así que en 1873 creó y publicó uno de los grabados en metal que después de su muerte, le mereció el reconocimiento internacional: la calavera garbancera, pues se llamaba “garbanceros” a quienes vendían ese grano y aunque descendían de indígenas, renegaban de su herencia y cultura pretendiendo ser europeos.
En el mural: Sueño de una tarde dominical en la Alameda central, terminado de pintar en 1947, Diego Rivera integró a la calavera garbancera como un gesto de reconocimiento a la obra de Posada pero la renombró “La Catrina”.
José Guadalupe Posada nació un 2 de febrero de 1852 en San Marcos, Aguascalientes y cuentan las ánimas que aunque en vida gozó de ciertas mieles que su poder adquisitivo pudo costear, cuando murió en la Ciudad de México, andaba “bien calavera” (sin dinero).