Uno de los pintores europeos más destacados de la historia del arte, es Édouard Manet, quien nació el 23 de enero de 1832 en París, Francia. Desde pequeño, mostró su interés por la pintura y aunque sus padres no estaban de acuerdo con esa inquietud (querían que estudiara Derecho), aceptaron que fuera a la escuela de bellas artes de París.
Es considerado “el padre del Impresionismo”, corriente artística caracterizada por plasmar la impresión luminosa y fugaz (de algo) percibida de manera espontánea. Su obra al óleo titulada: Impression, soleil levant, pintada en 1872 y exhibida en El Salón de París, le dio nombre a dicho movimiento artístico.
En aquella época, la pintura de Manet fue criticada y rechazada por ser opuesta a la corriente que entonces predominaba: el Realismo, basado en nuevas ideas sociales, en el desarrollo científico, en la fotografía y retrataba las cosas “como son”. De ahí que fuera una pintura de denuncia de los males que aquejaban entonces al ser humano y que probablemente, fueran los mismos que los actuales: migración, largas jornadas laborales y trabajo infantil, entre otros.
Manet consideraba que cada nueva pintura era “como tirarse al agua sin saber nadar” y en sus lienzos, plasmaba escenas cotidianas de la vida, técnica que inspiró a otros grandes pintores como Vincent Van Gogh, Claude Monet, Auguste Renoir, Alfred Sisley y Edgar Degas.
Otras grandes obras de Édouard Manet fueron: El ferrocarril; El balcón; Un bar aux Folies Bergère; La música en las Tullerías; Argenteuil y El cantante español, por mencionar algunas.
Falleció el 30 de abril de 1883 en París. Para entonces, ya había ganado el respeto y el reconocimiento de varios críticos de su pintura y algunos lo consideraban pionero del arte francés moderno.
Imagen principal: Impression, soleil levant.